El clásico eterno dejó sudor y lágrimas: Toronto FC y CF Montréal FC empatan un clásico de pura pasión
- Fernando Mendoza Nivicela
- 30 ago
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Con más de 27 mil almas en el BMO Field, Toronto FC y Montréal se dejaron la piel en un clásico vibrante: goles agónicos, emociones al límite y el debut del ecuatoriano José Cifuentes.

El clásico canadiense volvió a demostrar que no es un partido más. Frente a un estadio BMO Field repleto con 27,076 aficionados, Toronto FC y CF Montréal firmaron un empate 1–1 cargado de dramatismo, rivalidad y orgullo. Fue un duelo de pasiones, donde cada balón dividido se disputó como si fuera el último, y donde la historia sumó un capítulo más de intensidad.

El ambiente se sintió desde el primer minuto. El himno del TFC retumbó en las gradas, mientras las banderas rojas ondeaban como símbolo de pertenencia. Montréal, con su hinchada visitante ubicada en una esquina del estadio, también dejó claro que este partido significa mucho más que tres puntos: es cuestión de identidad y rivalidad deportiva.

En el campo, la tensión se palpaba. Los primeros 45 minutos fueron de estudio, con ambos equipos cuidando el cero y buscando espacios a través de la presión alta. Toronto intentó generar peligro con su capitán Jonathan Osorio, mientras Montréal apostaba al contragolpe con la velocidad de Vilsaint. Aunque el marcador permaneció inmóvil, la sensación de inminente explosión estaba en cada jugada.

La segunda parte rompió el guion. Con el reloj marcando el minuto 83, Dante Sealy apareció en el área para conectar un cabezazo letal y abrir el marcador para Montréal. El gol fue un balde de agua fría para la hinchada local, que quedó en silencio durante unos segundos, incrédula ante la posibilidad de una derrota en casa frente al eterno rival.

Pero la respuesta del TFC fue inmediata. Apenas cinco minutos más tarde, Jonathan Osorio se vistió de héroe: recibió un pase filtrado y con un zurdazo potente venció la resistencia del arquero rival. El estadio explotó en un rugido ensordecedor, devolviendo la esperanza y recordando por qué este clásico se juega con el corazón en la mano.

El cierre fue de infarto. Montréal rozó la victoria con un disparo de Vilsaint que se estrelló en el poste, mientras Iván Jaime sacudió el travesaño en otra jugada clara. El TFC respondió con ataques a pura garra, empujado por su gente, pero el pitazo final decretó el empate que dejó a todos con la sensación de que se vivió un partido de época.

Más allá del resultado, la jornada estuvo marcada por un debut especial: el del ecuatoriano José Cifuentes, quien ingresó en el minuto 74. El mediocampista tricolor, campeón de la MLS con LAFC en 2022, dejó pinceladas de su calidad con toques precisos y despliegue en la mitad de la cancha. Su estreno en el clásico no pudo tener mejor escenario: un duelo que él mismo comparó con el Astillero de Ecuador.

Cifuentes no solo representó un refuerzo para el mediocampo, sino también un motivo de orgullo para la comunidad latina en Toronto. Su debut fue celebrado con aplausos y cánticos que lo acogieron como parte de la familia roja. En un partido donde cada detalle cuenta, su presencia fue una bocanada de aire fresco para un equipo que busca consolidarse en la liga.

El empate dejó sentimientos encontrados: por un lado, la frustración de no haber podido vencer al eterno rival en casa; por el otro, la satisfacción de rescatar un punto en un momento crítico y mantener viva la intensidad que define al clásico canadiense. Porque aquí no se juega solo con los pies, se juega con el alma.

El clásico Toronto–Montréal volvió a dejar sangre, sudor y lágrimas. Un empate que quedará en la memoria de la hinchada, un debut prometedor de José Cifuentes y una rivalidad que se fortalece con cada choque. El fútbol canadiense demostró, una vez más, que su pasión no tiene nada que envidiar a los grandes duelos del continente.

El empate dejó claro que el Toronto FC tiene con qué soñar. Con un Osorio líder, una hinchada inquebrantable y la incorporación de José Cifuentes, el equipo mostró carácter y garra en los momentos más difíciles. El clásico no fue una derrota, sino una declaración de que el TFC está listo para dar pelea en la MLS y que, con sangre latina en la cancha, el futuro se pinta de rojo.

